Agua inteligente


UN NUEVO PARADIGMA ES NECESARIO

El agua es un recurso clave y no renovable que debe ser administrado siguiendo el paradigma del desarrollo sostenible. Se trata de lograr las mejores condiciones de vida para las personas y de competitividad de la sociedad sin afectar el ambiente. El concepto de desarrollo sostenible se originó en las últimas décadas (“Nuestro futuro común”, Comisión Brundtland 1987) en respuesta a la creciente evidencia de que el crecimiento demográfico, la industrialización de la economía, la creciente tasa de urbanización de los países y la falta de conocimiento empezaron a traducirse en impactos negativos significativos sobre el ambiente en el planeta. Esta afectación de los ecosistemas limita sus capacidades de carga y lleva a un menor bienestar y una limitación en la capacidad de generación de riqueza de las sociedades. Un avance significativo en la agenda global en este sentido son las Metas para el Desarrollo Sostenible (MDS) de las Naciones Unidas, que vienen a continuar las políticas iniciadas con en el año 2002 (Cumbre de Johannesburgo) con las Metas del Milenio (MDM), y buscan establecer el Desarrollo Sostenible como nuevo paradigma global. El agua a través de sus usos sectoriales es un recurso transversal a todas las MDS y especialmente central a varias de ellas las siguientes:


Figura 1 - Metas del milenio y objetivos.

Con el transcurso de los años la concepción del valor del agua como un recurso ha ido evolucionando, desde el enfoque primario del acceso al agua potable como último objetivo (aún en día carente en muchas regiones del mundo) hasta convertirse en un recurso con múltiples fines para el desarrollo económicos, desde la restauración y supervivencia de ecosistemas hasta un medio estético o recreacional. Es así que el agua se encuentra en el centro de la discusión sobre un desarrollo sostenible y resulta un elemento crítico para la supervivencia de la humanidad. La gestión de los recursos hídricos, y de las actividades vinculadas con su uso, supone una necesidad de resolver desafíos y aprovechar oportunidades, con los beneficios económicos incrementados que implica este recurso. Los beneficios que se obtienen de una planificación eficiente e inteligente son amplios. No obstante, dada la extensión territorial de las cuencas y el conflicto de intereses de los diversos actores, no siempre alineados, supone un desafío a superar: es necesario realizar estudios detallados a fin de desarrollar políticas que no vayan en detrimento del bien común. Aún más, en un contexto donde el cambio climático incrementa las variabilidad estacional, provocando fenómenos extremos de toda índole de mayor intensidad y frecuencia, reducir la severidad de las consecuencias de inundaciones, sequías, contaminación excesiva entre otros, deben ser ejercicios comunes de planificación y gestión del recurso hídrico.

Figura AA - Interacción entre subsistemas.

ESCALAS DE TEMPORALES Y ESPACIALES DE ANÁLISIS

Las escalas adoptadas para la planificación y gestión de los recursos hídricos deben ser las cuencas hidrológicas. Sin embargo, cabe preguntarse qué sucede cuando los impactos, producto de las decisiones de planificación para dicha cuenca van más allá de los límites hidrológicos de la misma. De esta forma, la cuenca es la unidad básica - o clásica - de análisis hidrológico, pero puede suceder que la misma se encuentre vinculada a otras - de forma temporal -, por ejemplo cuando se realizan trasvases en situaciones de eventos extremos, y que por lo tanto resulte conveniente adoptar otra unidad de análisis. Definimos así la cuenca “crítica”, es decir aquella cuyos límites van más allá de la cuenca hidrológica y que incluye físicamente a los actores y administradores que toman decisiones que afectan a la unidad básica. En cuanto a la escala temporal, es importante destacar que planificar es un proceso dinámico y que por lo tanto deben realizarse los ajuste a medida que los proyectos avanzan a fin de incorporar la información nueva y los resultados de los objetivos. Junto a ello es fundamental conocer que el sistema natural no responde en intervalos temporales análogos, el mismo es una entidad vida y con constantes interacciones entre los subsistemas y consecuentemente los impactos o beneficios que puedan tener lugar, tendrán escalas temporales diferentes según el subsistema afectado. De esta forma, las decisiones para el futuro inmediato deben encontrarse en línea con la planificación a largo plazo, y la misma debe contemplar las externalidades, tanto positivas como negativas, que puedan sucederse a medida que se desarrolle el plan elaborado.

SOSTENIBILIDAD EN EL MANEJO DEL AGUA

De los conceptos anteriores surge la necesidad de considerar al agua como un bien escaso. Es por ello que en la toma de decisiones del presente de debe contemplar la disponibilidad, tanto en calidad como en cantidad, de acceso al mismo, de manera idéntica o superior para las generaciones futuras. En otros palabras, la explotación actual no debe ir en detrimento de las potenciales necesidades futuras. Lo anterior lleva incorporado, la consideración que debe hacerse en la planificación de los impactos que el mismo cambio puede traer, es decir, sostenibilidad es anticiparse al cambio (ya que el mismo es certero pero los resultados son inciertos).

Figura BB - Sistema dinámico, adaptación y resiliencia para la gestión sustentable de los recursos hídiricos.

IMPORTANCIA DEL MANEJO DE DÉFICITS Y EXCESOS

Frecuentemente la capacidad de garantizar un adecuado suministro que satisfaga la demanda se ve sobrepasado. En la Figura CC se ilustran las principales causas y consecuencias inmediatas de las externalidades de la gestión del agua.

Figura CC - Por qué planificar. Síntesis de principales causas y consecuencias vinculadas al manejo del agua como recurso.

EJES DE ACCIÓN

Las actividades humanas y procesos derivados de ellas (demográfico, económico y social) generan presiones sobre los recursos hídricos que deben ser analizados. Éstos se ven potenciados por las siguientes fuerzas impulsoras:

  • Demográficas: La evolución demográfica (incrementos en tasa de natalidad). los aumentos en la esperanza de vida, el refuerzo de las tendencias migratorias (deforestación y expansión urbana), las enfermedades hídricas, las tendencias de urbanización, etc. Incremento de la tendencia de consumo.
  • Económicas: Crecimiento económico, desarrollo de infraestructura hídrica, incremento en la demanda de alimentos, energía, transporte, etc.
  • Tecnológicas: Innovación y difusión tecnológica, aumento en la eficiencia del uso del agua, manipulación y control meteorológico.
  • Ambientales: Existencia de agua, incluida su distribución geográfica, renovabilidad, calidad y disponibilidad, infraestructura hídrica diseñada para satisfacer múltiples necesidades, capacidad de almacenamiento.
Balances regionales de agua virtual y flujos netos interregionales de agua virtual relacionado con el comercio de productos agrícolas. Fuente WWAP 2009.

Estrés hídrico actual y proyectado para el 2050. Fuente OECD 2011.

  • Fenómenos extremos: Como resultado del cambio climático, se observan impactos debidos al incremento en frecuencia e intensidad de fenómenos extremos (precipitaciones, temperaturas, incertidumbre espacio-temporal de los fenómenos), cambios en las zonas agroclimáticas, cambios en los sistemas hidrológicos, propagación de especies exóticas, aumento del nivel del mar, reducción de lagos y escorrentía por modificaciones en los patrones de precipitación, derretimiento de los glaciares de montaña.
  • Enfoques de acción (tradicional vs. innovador): Los ejes de acción tradicionales son bien conocidos, como diseño de medidas estructurales y no estructurales para la mitigación de inundaciones, no obstante en los últimos años con el auge de las tecnologías informáticas se han desarrollado nuevos enfoques para estudiar y resolver problemas vinculados con la planificación de los recursos hídricos. Entre ellos se encuentra IoT, crowdsourcing como fuente no tradicional de información, Big Data, sensores, control remoto de infraestructura, etc.